jueves, 3 de octubre de 2019

La figura de barro





–Son las veinte horas. Les contamos las noticias más relevantes del día…. Se oye en la emisora que Aurora escucha cada tarde mientras trabaja en su taller de cerámica, embutida en su bata blanca con miles de manchas de colores que se asemeja  a un cuadro abstracto. Esta tarde no se decide entre las distintas arcillas.

Al escuchar una habitual noticia, que quedará como un número más para las estadísticas, sus ideas se difuminan por el espacio y siente de nuevo esa punzada en su pecho.

Sus manos empiezan a modelar una figura femenina de generosas formas que se pliega en posición fetal, con un mechón de pelo ocultando su cara, que se asemeja a un gato acurrucado.

Con la yema de los dedos, suavemente alisa la superficie, deteniéndose como si la acariciara en la espalda encorvada, en los muslos apretados contra el pecho y en el hombro que queda a la vista, mientras siente que su mirada se nubla y sus mejillas sienten el tibio líquido que las recorren.

– ¿Cuántas figuras parecidas he modelado desde entonces? Se pregunta mientras los recuerdos le hacen sentir un escalofrío en su espalda y en su piel la fría piedra sobre la que yace su figura.

–¡No volveré a modelar esta figura! ¡Lo juro!

Y estrujando el barro entre sus manos, siente que en la nueva masa se van diluyendo curvas, piel, cabellos...y el dolor se va convirtiendo en rabia.

Ahora tiene de nuevo ante sí un trozo de barro amorfo y cálido por el enérgico amasamiento y de muy sugerente textura que le trasmite su deseo, como si se lo soplara al oído.

Aurora comienza de nuevo a modelar una figura femenina; esta vez está en vertical, el cuerpo desnudo se apoya en unas fuertes piernas,  una más adelantada que la otra, que le dan el equilibro que necesita para sostenerse, rematadas por pies firmes y descalzos.

La espalda erguida, los cabellos rebeldes caen por su espalda, la cara despejada inclinada hacia arriba, los brazos en cruz por encima de su cabeza y unas manos abiertas que  saludan al mundo.

Mira con detenimiento su nueva creación, acerca la lámpara para rematar algún detalle, le da vueltas en la piedra donde la ha estado modelando, pero...

Pasan treinta minutos de las dos de la madrugada, estás escuchando Hablar por hablar…se oye en la radio mientras Aurora toma conciencia de la hora y del tiempo que lleva en el taller y se va a dormir.

Después de una ducha caliente y un vaso de leche se mete en la cama, apaga la luz y exclamando  
¡Mierda!, salta y se dirige al taller descalza y apresurada, quita con cuidado la tela húmeda que ha dejado sobre la figura y tomando un utensilio de la mesa que mancha  de barro su pijama blanco,  traza unas cicatrices, apenas perceptibles en el cuerpo y una sonrisa en el rostro.

La mira con aprobación y se dice para sí misma
–Ahora sí.
Y traza su firma.

Araceli Míguez, 2014
Premio Concurso Relato Corto de Gerena  2014.

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