miércoles, 2 de octubre de 2019

Cámara negra



Cámara negra

Sin salida

Tras la sonrisa la herida
sangrando en soledad y frío
temiendo que traspase la piel
y salpique a cuantos estén cerca.

Amarga la mañana
y más la noche,
sin unicornios, ni hadas,
sin salida.

Pócimas y apósitos no bastan,
sólo calman,
momentáneamente.

El sendero parece corto,
pedregoso y desierto,
intransitable.

Busco sendas frondosas,
caminos alternos,
destellos de luz,
aunque  al instante se apaguen.

Y en la próxima y cercana curva
otra mañana.


Traspiés

Un pie después del otro;
parece tan sencillo como mecánico,
un día después de otro
dando traspiés de lado a lado.

No era este el sendero, ni esta sequía
lo que esperaba,
acaso el mañana será peor,
¡quién sabe!

La elección no fue certera y ahora duele,
mi espalda soporta el peso de las piedras
que traslado torpemente
buscando donde llevarlas.

Quizás a la entrada de un oasis o
de un paraíso imaginado.

Queda un diamante entre tanta aridez,
que defiendo con mi vida.


Arrugas

Vi al mirarme al espejo
mi corazón arrugado,
mi alma empañada en vaho,
mis labios secos y ajados.

Unto de aceites mi hiel,
froto con jabón mi culpa,
pinto alas en mi piel.

Invento  brujas y druidas
para soltar las amarras
y elevarme sin que importe
dónde volver a caer.



Jaula

Trago saliva
el sueño no llega,
una y otra vuelta
para lograr desaparecer
en cualquier sueño.
No será peor que la pesadilla en la que vivo.

Despierto en el mismo punto,
y vuelvo a la rueda,
a la jaula sin barrotes,
a las cuerdas invisibles
a la sinrazón de pulular.

Levanto mi alma de mármol,
y otro día espera a que yo pase
sin que yo decida escapar.

  
Extravío

Abrí cajones, puertas y armarios
buscando el momento en el que guardé
o quizás perdí mi fuerza y coraje.

Revolví  arcones y baúles
y no hallé más que polillas negras
revoloteando en mis revueltas vísceras.

Miré debajo de la cama y entre los muebles,
nada hallé sino polvo antiguo.

Entre los amarillos papeles de estudiante,
encontré la pasión desparramada
que el tiempo ha difuminado
dejándome inerme, sola,
abierta en canal, 
desestructurada.

  


Mordaza

Tras la pared tu ruido silencioso.
Pared que ahora es muro de acero,
grueso, frío, sin puertas ni ventanas.

Tras la pared ese sonido amortiguado
de ausencias compartidas,
de palabras guardadas.

Tu casa y la mía no es nuestra casa
siendo la misma.

Tus sueños y los míos no son nuestros sueños,
aunque compartamos un sueño.

Tu camino y el mío no es nuestro camino,
vamos cada uno pegado a la vereda opuesta,
evitando mirar juntos al frente
y ya ni te digo
mirarnos.


Acusación

Salobre recuerdo que me mira
desde esa fotografía del estante
donde el sol y el mar eran amables
y la brisa parecía presagiar momentos
cálidos, tiernos y felices.

Salobres mis lágrimas que ahora
trastocan la imagen capturada
que desde el tiempo me mira burlona,
feliz, inocente y confiada.
-Te lo advertí- me dice.


A través del espejo

Si pudiera con todas mis fuerzas hallaría
el hueco por donde se fue el conejo
esa plácida tarde mientras dormía
o soñaba.


–Desnuda de pasado y libre te quiero–
Me dijo el animal mientras desaparecía.

Me dejó con las bragas en los tobillos
cuando me disponía a lanzarme al vacío.

Y cuando mi piel empezaba a disfrutar
de las caricias del apasionado viento,  
y mi desnudez se tornó alegre,
me vi en una armadura sin llave
con cinturón de castidad incluido.



Sueño

¿Tanto pido si te propongo una nube de verano que alivie
el cansancio de atravesar el desierto
como nómadas errante?

¿Tan pretenciosa te parece mi propuesta
de no agresión, para dejarlo sólo en guerra fría
o en ausencia de conflicto de dardos punzantes?

¿Tan grueso es el muro que hemos ido construyendo
día a día con nuestra desidia y nuestra desgana
que no lo traspasa ni lo que con fuerza existió?

Yo perdí mi coraje en un quirófano,
y mis ganas extraviadas, escondidas u olvidadas.

Mis  armas para el cuerpo a cuerpo las enterré
a orillas del Atlántico
en un atardecer de esperanza.


Juego de palabras para disentir de mi (I)
Viral, virus, viro
Viraje, viaje, vieja
Veracidad, voracidad, voraz.
Trazo, lazo, rozo,
Pozo, trozo, pedazo,
Atrezzo, bostezo, mazazo.
Miga, liga, fatiga
Diga, maldiga, mira.
Alma, calma, rama,
Ramal, olmo, palma,
Palmar, empalmar,
En el Palmar, en un palomar.

Juego de palabras para disentir de mi (II)
Jaca, vaca, hamaca,
Canela, pamela, candela
 (por la mañana)
Sueño, leño, ceño,
Guiño, tiño, niño,
A gusto, angosto, agosto,
Mar, mas, mal, 
mare, miro, muro.


Juego de palabras para disentir de mi (III)

Tren, ven, ten.
Tenme, teme, queme
Aquí, acá, haiku,
Tabú, gurú, salud
Trovar, trabar, tribal,
Mesa, tensa, cansa
Toma, tema, trama,
Cantara, amara, atara,
Saliera, doliera, muriera,
Sol, sal, sed,
Salta, solfa, suerte,
Tú, luz,
Ternura, tontura, locura
Imagino, iluminas.
Apago y me voy.




 Marcelo (Mi abuelo)

Lata de tabaco y esterilla,
el brazo izquierdo, el único,
tatuado con una cara de mujer,
y otro tatuaje borroso en mi recuerdo.

Disfrazado de escritor antiguo a caballo,
cruza el redondel con capa negra,
moviendo grandes plumas al trote.

Esbelto y robusto y arcaico,
combatiente derrotado, represaliado,
sometido en las formas, que no en el fondo
manteniendo sus ideales impolutos
hasta el mismo día de su adiós.

Dornillo de barro entre sus piernas,
maja en mano, y por orden escrupuloso
los ingredientes enteros
se vuelven  líquido fresco y rojo.

Ojos azules que acumulan el dolor
de la derrota.
Calva y canas y en la mirada
vida y agua fluyendo
en forma de memoria contenida .

Superviviente del frente,
contador de historias tristes,
de vidas cercenadas, de sangre y torturas,
de una guerra injusta y cruel
de su juventud robada.
No te olvides –me decía –tu lucha por tu vida
y tu mañana.


Equivocación

Corrígeme si te digo
que podríamos haber sido felices,
como en los cuentos de hadas y princesas
que leía uno tras otro hasta la llegada del príncipe,
siempre deseada.

¡Qué ilusa!
Corrígeme si te cuento que
mientras esperaba tu mirada,
vi escapar de tus ojos hastío,
cansancio y la amargura,
de las malvadas madrastras.

Corrígeme si te recuerdo que
te di a elegir en el momento
en el que era muy sencillo ir
a donde te llevara el viento.

Corrígeme su te atreves,
yo perdí mi atrevimiento.


Deseo

Sábanas, frías, húmedas, solas
esperan cada noche a mi piel dormida,
susurrando que busque otra cama,
que aún no es tarde, que hay tiempo
para encontrar ternura y despertarla.


Sin posibilidad

Resquebrajada y rota,
impotente ante terribles acontecimientos
que seleccionados, oigo a diario y veo.

Hachazos de realidad que
un día tras otro
presionan mi garganta
y causan mi angustia
por mi ausencia de fuerzas,
por mi ignorancia.

Hombres crueles, voraces,
capaces de comerciar con vidas
que borran miles de sonrisas,
sin el menor pestañeo.

Hombres sin rostro, con siglas y siglos
de hacer y deshacer a su antojo.
Siglas-hombres que se apoderan
del último aliento de los buenos,
de la pureza del aire y de la tierra,
de madres, hijas, padres, abuelos…

De voluntades a golpe de billetes,
de amenazas o de fuerza bruta.
Hombres siglas sin alma,
con motor a propulsión, insaciables de poder,
que esclavizan desiertos, sabanas y mares.

Hombres-cifras que profanan, que violan,
que, cómo vampiros, desangran
y sorben ilusiones, vidas y almas.


Paréntesis

Noche de copas entre amigos,
y por casualidad un encuentro;
tú y yo y nuestros  cuerpos
buscando una señal,
una mirada cómplice
en la travesía del nocturno desierto.

Desatada ya la libido, sabemos
que deseamos
caricias, abrazos y besos.

Caminamos en la cálida noche
sorbiendo negruras y destellos 
conteniendo las ganas de lo último,
de lo primero y lo de en medio.

Nuestros cuerpos se derraman,
nos expandimos sin remedio
nos fundimos en un vaivén dulce,
adentro, muy adentro.

Exhaustos y abrazados,
en ese paréntesis
de Cassandra, jazmín y caramelo 
nos amamos aún,
nos sorbemos hasta los tuétanos
para no darnos ninguna otra oportunidad

Cerramos el paréntesis y
volvemos a nuestros 
cotidianos cuerpos.


Nocturna

Trazas una línea y otra,
volcándote en cada curva,
en cada espacio vacío.

Navegando sobre tinta
duda y somnolencia,
en una noche de soledad consciente
y de arrebato.
Salpicas con tus vísceras la blancura
del amigable papel y te sacudes,
como alfombra polvorienta.

El amigo silencioso te deja
posar la cabeza sobre su hombro,
y entonces
viertes, emborronas, tachas,
cualquier barbaridad no encuentra trabas,
lo vas llenando con entrañas y carne cruda,
entre ripios, pamplinas y cursiladas.

¿Quedarán atrapadas las palabras
en esta noche de vómitos y verborrea?
O ¿te atreverás a pulir y rehacer
a separar el trigo de la paja,
de esa paja mental nocturna.
y dejarlo limpio de impurezas?

Pero ya no serás tú, sino tu ego
quien saque de la blancura los vocablos.
Será tu ego presuntuoso y más calmado
quien quite y ponga los acentos,
mida, paute, analice
y entrelace las palabras y los momentos.

Será tu yo pulido y limpio
aunque las machas no salen 
lo que quede para ser expuesto.

Y a medida que te vas derramando
llegan nuevas voces, otras ideas,
el ayer y el hoy recorriendo el espacio
existente entre el papel y tus entrañas,
que quieren conectarse aunque se teman.

Saberte pozo, tierra sembrada, océano,
río, universo poblado de fantasmas,
algunos de carne y hueso,
otros que dejaron su huella en tu piel,
y en tu mirada.

Entonces les das las gracias por el encuentro
y los esperas hasta la próxima velada.



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