miércoles, 2 de octubre de 2019

Amor a primera vista







Fiona mira distraída los miles de objetos que ofrecen los atiborrados puestos del zoco. No tiene prisa, ha quedado con Aziz para cenar y aún le quedan unas horas para curiosear entre el bullicio.

El olor de la piel de cordero usada en los cientos de bolsos, cinturones, carteras, babuchas... impregna todo el espacio y siente que se queda pegado en su ropa y en su piel.

Mientras sostiene entre sus manos una suave y fresca gandora comprobando la calidad de la tela, ve por el rabillo del ojo un movimiento extraño. Alguien que le resulta familiar ha pasado muy rápido por su lado perdiéndose al doblar una esquina.

Cree que ha reconocido al chico que trabaja en el hotel donde se alojó hace unos meses y que de vez le lleva algunos recados. En unos segundos Omar vuelve a aparecer y le pide que le siga. Ya le ha dicho cada vez que el muchacho se ha ofrecido que no quiere guía para hacer compras, pero se ve que Omar no se da por enterado.

–Señora, Omar acompaña a usted a ver un señor que quiere hablar.
–Omar, no me puedo entretener, tengo que ir al hotel  a arreglarme para la cena.
–Importante, señora.  Si Labbi es muy alto jefe en la policía.

Fiona, extrañada de que la policía quisiera hablar con ella, sigue a Omar por el laberinto de callejuelas tetuaníes hasta llegar a una casa con paredes azules y un gran portalón abierto donde alrededor de un gran patio se ven distintos negocios.

Entran en un pequeño habitáculo y el chico se despide diciendo que después irá a recogerla. El local es una pequeña  agencia de viajes decorado con tantas fotos de playas y monumentos que no deja un hueco libre en la pared. Una chica  asoma la cabeza detrás del ordenador, la saluda y le indica una puerta trasera que da a un patinillo con escaleras encaladas.

La espera un hombre corpulento con bigote, vestido con chilaba de color claro que le tiende la mano para ayudarla a subir.

–Buenas tardes señora Thomson. Siéntese por favor.– Dice el hombre indicándole un diván tapizado de vivos colores y comienza a preparar el té vertiendo de la tetera al vaso y del vaso a la tetera de forma reiterada y parsimoniosa. El aroma intenso de la menta ocupa ahora el pequeño despacho donde se encuentran.

–No voy a andarme con rodeos, pues  los dos tenemos muchas ocupaciones. Quería avisarla que usted y su marido Aziz Daoudi, están siendo investigados por la Interpol por tráfico de cocaína y homicidio.

–¡No es posible!– dijo Fiona, poniéndose en pie y mirando ofuscada a su alrededor.

–¡Inshallah tenga usted razón y no fuera cierto!.  Me temo que voy a tener que detenerla y entregarla a las autoridades.

–Pero si yo no he hecho nada y mi marido es comerciante.  Se está confundiendo, señor.

Labbi saca unas fotos de un sobre que tiene en sus manos y se las muestra a Fiona. En ellas se ve a Aziz saliendo de un banco suizo, en otra entregando una cartera a un hombre que ella no conoce, la siguiente lo muestra hablando desde una cabina telefónica y así hasta una veintena de imágenes…

–El que aparece en las fotos con su marido es el mayor capo de la droga del Rif. ¿Y qué me dice del maletín que lleva al salir del banco?.  ¿Y por qué llama desde una cabina?. ¿Es que no tiene móvil?

A Fiona se le viene el mundo encima. Hace casi un año que se casó con Aziz. Él tiene casi veinte años menos que ella, pero desde que se conocieron han estado enamorados. Él le juró que nunca había conocido el amor hasta que la encontró en el Hotel Gran Riad donde frecuentaba el bar de la disco y que en cuanto la vio supo que era la mujer de su vida. Esa primera noche no dejó de decirle a Fiona que la amaba y no se separó de ella durante el mes de vacaciones que estuvo alojada en el hotel.

Se casaron al mes siguiente de conocerse en el consulado americano de Tetuán y poco después los dos se fueron a Los Ángeles donde vivieron unos meses en el soleado y céntrico ático de Fiona. Poco después ella vendió un apartamento que había heredado de su madre por el que le pagaron una buena cantidad y le propuso a Aziz que volvieran a Tetuán para vivir en la ciudad que la había enamorado y en la que se sentía como una reina.

Ese dinero le permitía vivir en una casa junto a la playa  de Martil con criada y jardinero. Le encantaba comer en los restaurantes de la zona que ofrecían una variada carta de pescado por pocos dirhams y vivir instalada en el 'dolce far niente' junto a su amor. Aziz muchas de las noches la despierta a su llegada y le hace el amor. La sigue conquistando con sus dulces palabras aunque cada vez lo ve menos por mor de tener que atender su negocio, una tienda para turistas en la medina en la que Fiona había invertido parte de su dinero.

Ha notado que cada vez con mayor frecuencia Aziz viaja a Fez para comprar mercancía y se ausenta por unos días alegando que en Marruecos los negocios requieren su tiempo para el regateo y cerrar tratos.

Labbi, le dice que si le paga bien, él mismo tramita la anulación del matrimonio de forma inmediata para que no la relacionen con un delincuente y le consigue un vuelo para Los Ángeles. Así no tendría que cargar con los delitos de su marido que según le informa, ya se encuentra detenido.

Fiona, sorprendida y aterrorizada acepta la oferta, acuerdan los detalles económicos. Al cabo de un par de horas ella regresa y le entrega un sobre con dinero y el policía pone sobre la mesa una cartera con el billete de avión, quedando que al día siguiente un coche la recogerá en su casa al amanecer para llevarla al aeropuerto. Fiona se despide con un gesto serio y al darle la espalda sus ojos se llenan lágrimas y su corazón de rabia.

Al día siguiente por la tarde, Labbi y Aziz se encuentran en la terraza de un café. Toman té y parecen charlar amigablemente. Labbi entrega un sobre a Aziz, mientras vuelven a llenarse los vasos y demuestran su alegría a mandíbula batiente.

De repente Aziz cae desplomado con una herida en la frente y Labbi recibe una bala en el cuello.

Los dos yacen muertos en el suelo entre los gritos de los presentes. Un muchacho se acerca de prisa, recoge el sobre que ha quedado sobre la mesa y sale corriendo. 

Calle abajo, una mujer camina junto a un chico que arrastra una maleta. Pocos saben que Fiona Smith en su juventud, fue medalla de oro de tiro olímpico.  

Su primer marido Eric Thomsom, con fama de jugador y mujeriego, murió  por accidente de un disparo en la garganta mientras limpiaba su arma.
¡Oficialmente, claro!

Araceli Míguez, 2015



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