Sé que te preocupa que me relacione
con ella, después de todo tu esfuerzo por mantenerme detrás de un cristal como si
fuera una muñeca de porcelana cara, con lo que has invertido para que mis
gestos, mi atuendo y mis pasos fueran siempre los adecuados en cada
situación y con las privaciones que has sufrido para mi mayor lucimiento…
Soy tu sueño, al que has mantenido
entre algodones para que a estas alturas empiece a convertirse en realidad
pero tu princesa tiene prisa por conocer la vida que late detrás del
vidrio.
En cuanto a ella, la temes y a
la vez envidias su estado indolente y risueño, su risa
despreocupada, su repiquetear de tacones…
Viéndola puedes imaginarla seductora y atractiva, recibiendo miradas masculinas de deseo a su
paso, usando perfumes caros, prendas y sortijas que jamás te has podido permitir y
jugando en la alcoba a trasgredir para huir de la tediosa fatiga de esa
honorable normalidad que defiendes ante mi.
Me dejaré llevar por la vida que luce
ante mis ojos y quizás cometa todos los pecados que tu no cometiste
y que encuentre la felicidad a la que tu renunciaste.
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