lunes, 20 de abril de 2020

Taller de escritura.


Taller de Escritura Creativa | Ayuntamiento de Toledo



El taller de escritura.  (Relato corto)

A Elisa siempre le había gustado escribir y desde adolescente plasmaba en su diario las grandes y pequeñas cosas que le ocurrían queriendo atrapar en esos momentos de ansioso vuelco sobre las hojas blancas todos los sentimientos, emociones y vivencias para recordar en un futuro sus distintas etapas y como ya le ocurría en muchas ocasiones al leer al cabo del tiempo lo escrito, reírse o emocionarse con aquellas burbujas de tiempo detenido.

La escritura suponía para ella un desahogo, una especie de terapia onanista que la dejaba tranquila hasta el próximo momento de frustración, enamoramiento o ilusión.

En ocasiones soñaba con ser una escritora para jóvenes y niños, después cuando leyó las grandes novelas rusas o sudamericanas quiso escribir sobre historias y personas más a ras de tierra, y cuando descubrió la literatura erótica pensaba que ella podría dejar en pañales a Lulú con todas sus edades, pero sólo fantaseaba.

En cierta ocasión  Ana le propuso organizar un taller de escritura y sin pensárselo dos veces buscó la manera de ponerlo en marcha con un pequeño y variopinto grupo de personas. El grupo en sí de tan heterogéneo se volvía compacto, como un matojo esférico que vaga por los desiertos, errante, arrasador, envolvente y risueño que se mueve empujado por el viento.

En este caso el viento lo personificaba la profesora del taller, Ana, que llegaba cada jueves con una sonrisa apresurada y cargada de papeles para repartir. Hablaba por los codos y conseguía que cada persona en un pispas volcara sobre la mesa vivencias, inquietudes, creencias y algún que otro secretito y se compartieran como si se tratara de un bizcocho. Tenía la habilidad de inspirar la confianza necesaria para que se destaparan aquellos pasajes ocultos y olvidados que después servirían de inspiración para escribir alguna página con determinado estilo.

Elisa, en su mundo atropellado y caótico intentaba retomar el hábito de escribir de su juventud y aunque le costaba buscar ese hueco, la percepción del antes al ahora había cambiado y no sólo por la aplicación de las distintas técnicas aprendidas en el taller con Ana, sino que el escribir con el grupo y para el grupo era un lujo; disfrutaba de las historias creadas por sus compañeros, cada una con un estilo, con un sello reconocible, con su propia voz y ella sabía que también estaba encontrando la suya propia.

Fue reconociendo su proceso  al leer en público, escuchar y releer a solas lo leído ante el grupo. Se reconocía en muchas de las emociones compartidas en los escritos y un gran número de recuerdos infantiles se convirtieron en historias en las que ella intervenía como un artista que pinta un cuadro, dando pinceladas de amor, ternura, ironía o humor, hasta que el recuerdo difuso se hace visible en forma de cuento o de relato, en el que ella con el pincel retoca, adorna, colorea y delimita haciéndolo salir a la luz para poder ser compartido.

El taller de escritura hacía que Elisa se tuviera que parar en algún momento a sacar a la superficie lo escondido, a pensar en sí misma como creadora de personajes, acontecimientos, tiempos, espacios y todo ello le hacía sentirse bien consigo misma.

En algunas sesiones no hubo manera de cumplir con los deberes y quedaban pendientes para retomar en cualquier momento. No sabía si no había tenido tiempo realmente de hacerlos o le traicionaban los sentimientos encontrados que le producía el ejercicio, quizás porque removía algo en su interior que le daba vértigo.

Esto demostraba que aun tenía cajitas cerradas con algunos mensajes que en algún momento tendría que ir abriendo.

Descubrió  a través de esta experiencia que no sólo hacía falta creatividad y técnica sino que lo más importante era conseguir lo que a ella tanto le costaba, la constancia, la disciplina, el orden…

Elisa también descubrió a través del taller de escritura lo importante que son las personas con las que se comparten emociones.

 Araceli Míguez 2013


Agradecimiento: 

El taller ha surtido en mi la posibilidad de expresarme, teniendo para ello que buscar en mi interior recuerdos, emociones y sentimientos que pudieran ser expuesto como si fueran personajes de una obra de teatro, en unas ocasiones vestidos  de gala,  en otras de harapos y en otras de bufones. 

Este aprendizaje de técnicas y dinámicas ha sido un proceso de crecimiento personal. Agradezco la oportunidad que me ha brindado de conocer a gente maravillosa y mi capacidad de atreverme.

Gracias a María, Rosa, Jesús, Adela, Juan Carlos, Teresa, Carmen, Mari Carmen, Cary, Manel, Rafael...

 


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