domingo, 19 de abril de 2020

Caperucita roja. Versión libre.

Por qué el lobo de Caperucita no es malo? – Darwinpsicologos


La tarde cae sobre el bosque y los pájaros buscan las ramas de los árboles para refugiarse del calor. 

Aún faltan unas horas para el ocaso y en la senda se combinan los rayos de sol y las sombra de los arboles jugando a dibujar abstractos claroscuros.

Una niña risueña va paseando con paso alegre y relajado, su madre siempre le dice que lleve una fina capa de un rojo bermellón por si en las tardes le da frío.

Ha recorrido ya un buen trecho del camino cargada con la cesta en la que lleva la deliciosa merienda para compartir con su abuela consistente en una caja llena de galletas de jengibre y canela junto a un termo de chocolate y la dichosa capa le estorba en estas calurosas horas . 

Va distraída contemplando las florecillas silvestres y escuchando los aleteos y el trinar de los pequeños plumíferos y pensando en que su madre cada vez que sale de casa la sermonea con lo mismo:
-Ten cuidado, mi niña, que en el bosque hay muchos peligros. No te entretengas con nadie y ve derecha a la casa de la abuela.-
-Sí, mamá. Siempre lo hago.- Miente la pequeña, pues tiene por costumbre desviarse hasta el río donde le encanta mojarse los pies, y si hace calor darse un chapuzón rápido antes de llegar a su destino.

Ese día en el camino se encuentra a un leñador que se afana en cortar un precioso y centenario árbol.
-¿Oye niña, donde vas sola por este bosque?
- A buscar setas.- Responde ella volviendo a mentir. - ¿Y tú por qué estás cortando árboles?. ¿Dónde van a ir los pájaros, las ardillas y los demás animales que viven aquí?.
- Ya se buscarán otro sitio. Oye, si me acompañas al río te mostraré unos peces de colores que saltan haciendo un arco-iris. - Propone el leñador.

La niña duda un momento pues es muy curiosa y le encanta ver los pececillos cuando se baña. Cae en la cuenta que ella acaba de estar en el río y no ha visto nada que se le parezca. Entonces se acuerda de las palabras de su madre y sale corriendo alejándose a toda prisa.

Casi sin aliento llega a las casa de la abuela, como sabe que a la mujer le gusta dormir su ratito de siesta, coge la llave que siempre deja escondida debajo del felpudo y una vez dentro busca por la estancia a su abuela. No ve a nadie y se acerca muy despacio a la habitación que está al fondo del pasillo con cuidado de no despertarla.

La puerta está entreabierta y asoma su cabecita sin hacer ruido, encontrando a su abuela dormitando con un fresco camisón de algodón y ve que reposa su cabeza sobre el hombro del tranquilo y peludo lobo que posa suavemente su pata en los cabellos de la durmiente 

La niña sonríe, sabe que se conocen desde mucho tiempo atrás y poco a poco fueron acercándose. Desde hace un año se hacen compañía y los ha visto más de una vez dormir juntos. 

Se da la vuelta muy despacio, se sienta en la cocina a leer un extraño cuento infantil que hay sobre la mesa 'Caperucita roja y el lobo feroz'  y al tiempo que se deleita con una de las galletas hechas por su madre piensa -Vaya cuento más mentiroso. Pero... ¿Cómo pueden inventar estas barbaridades?. Cuando sea mayor tengo que escribir el cuento verdadero.-

Y siente que entre las cuatro paredes que se encuentra, junto a esos dos  seres que la aman y se cuidan es donde se siente más segura.


Araceli Míguez.  Mayo, 2014.

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