Itacando
lunes, 20 de abril de 2020
María Claudia
Sé que te preocupa que me relacione
con ella, después de todo tu esfuerzo por mantenerme detrás de un cristal como si
fuera una muñeca de porcelana cara, con lo que has invertido para que mis
gestos, mi atuendo y mis pasos fueran siempre los adecuados en cada
situación y con las privaciones que has sufrido para mi mayor lucimiento…
Soy tu sueño, al que has mantenido
entre algodones para que a estas alturas empiece a convertirse en realidad
pero tu princesa tiene prisa por conocer la vida que late detrás del
vidrio.
En cuanto a ella, la temes y a
la vez envidias su estado indolente y risueño, su risa
despreocupada, su repiquetear de tacones…
Viéndola puedes imaginarla seductora y atractiva, recibiendo miradas masculinas de deseo a su
paso, usando perfumes caros, prendas y sortijas que jamás te has podido permitir y
jugando en la alcoba a trasgredir para huir de la tediosa fatiga de esa
honorable normalidad que defiendes ante mi.
Me dejaré llevar por la vida que luce
ante mis ojos y quizás cometa todos los pecados que tu no cometiste
y que encuentre la felicidad a la que tu renunciaste.
Caricatura de Jesús.
Mente barroca y canalla,
Carne cruda y mucha sorna
y aunque muy locuaz se torna
sabe más por lo que calla.
Pícara sonrisa y pica
y si te pica, te rascas,
mano fértil, pluma crítica,
entre cafés y palabras.
Su mente libidinosa
por historias corretea
sin estar nunca ociosa.
Y no quiero imaginar
en su ardiente cabecita
qué pecados pasearán.
Con mucho cariño
Araceli Míguez
Octubre 2013
Quisiera
Quisiera que mis palabras sonaran en tus oídos como
un susurro, con la complicidad sensual de Diana Krall dedicándonos su The Look of Love, mientras nos miramos y disfrutamos de las sensaciones que
nos causa nuestra proximidad.
Quisiera vivirte todo el tiempo bailando lentamente, abrazados, perdidos en el vaivén de de nuestros cuerpos, abandonados al anhelo de nuestra piel.
Quisiera
en esta primavera que fuera siempre de noche cuando cerramos la
puerta de los horarios, las prisas y la cordura y nos abrimos como balcones a la inmensidad de la negrura, absorbiéndonos, saboreándonos, dejándonos llevar por el aroma del azahar y la dama de noche que impregna nuestro
silencioso abrazo.
Quisiera
sentir tu esencia, en esta isla de caricias, y que nuestro beso sea el lugar secreto donde nos refugiemos de las heridas y los desengaños, de la fría lluvia del
olvido y la desesperanza, donde se desparraman todos nuestros deseos.
Quisiera
coger tu mano extendida en la que me ofreces una
estrella, la más hermosa, la que me hace brillar para el universo,
para el mundo y para mi.
La presentación
Me dispongo a programar un ciclo de cine de humor para proyectar en la sala Giralda que tiene más de quinientas localidades y acceso libre hasta completar aforo, dado que una entidad financiera sufraga los gastos de derechos, logística, técnicos y un monto equivalente a un sueldo por cada ciclo programado.
En esta ocasión busco películas de humor; Encuentro una comedia disparatada dirigida por el humorista Wayoming que trata de las mafias, ahora dueñas de los bancos, dirigiendo a los políticos, ordenándoles todo tipo de “trabajos sucios”, desde amañar juicios, expropiar terrenos y palacios para entregarlos a los capos, construir complejos exclusivos y lujosos para los rusos, italianos, españoles, usar el dinero público para audis, mercedes y jet privados, poner y quitar a presidentes de clubes de fútbol, repúblicas bananeras y otros estamentos, usar a la policía para la seguridad privada de sus mansiones, limpiar las cuadras y cepillar a sus equinos, acordonar los puertos donde amarran sus yates, vigilar sus helipuertos y sus clubes de carretera, etc…
Toda la trama presentada con un humor corrosivo que no deja títere con cabeza.
Me pongo en contacto con su agente para invitar al director a la presentación de la película y al cabo de unos días recibo con grata sorpresa la confirmación del mediático presentador el día de la proyección.
Ultimamos los detalles económicos, afortunadamente no cobra por la asistencia y presentación de su película, sólo solicita la cobertura de los gastos de alojamiento, viaje y manutención para él y su acompañante. Llega el día y según la secuencia prevista, voy en un taxi al aeropuerto a buscar al invitado y lo veo llegar con vaqueros y una camiseta con un puñal clavado en un billete de 500 € en la que se lee ”Muerte al sistema”, una camisa vaquera abierta, zapatillas deportivas y una especie de bolso en bandolera.
Me dirijo hacia él y me presento:
– Hola soy Nadia, encantada de tenerle con nosotros. Gracias por aceptar nuestra invitación. Tengo un taxi esperando y dentro de una hora está prevista la presentación y el pase de su película.
–Vamos, pero antes tengo que recoger a mi novia, ha llegado desde Barcelona y me espera en la torre que sube y baja. Será un minuto.– me responde el famoso presentador.
Muestro mi preocupación por lo apurados que vamos de tiempo y le sugiero que su novia tome un taxi y se vaya para la sala de cine pero él insiste en que ha quedado en recogerla.
Sin poder convencerlo llegamos con el taxi a la puerta de la torre Nao, un eje vertical por el que se desliza una gran rueda que ejerce de restaurante panorámico.
Le digo al taxista que nos espere y vemos que la torre baja lentamente, una vez a ras de suelo entramos. Apremio a mi invitado para poder llegar a tiempo, pero para mi desesperación él dice que quiere quedarse y ver las vistas desde lo alto.
Intento telefonear a la sala para decir que proyecten a la hora acordada y que el director estará al final de la película para mantener el coloquio con el público previsto antes de la proyección pero no tengo cobertura, pido en la barra que por favor me dejen telefonear y cuando consigo que me den un teléfono no contesta nadie al otro lado.
El suelo del restaurante tiembla por el movimiento del desplazamiento vertical y mi invitado junto a su novia, sentados en una mesa ríen y se divierten contemplando el paisaje mientras yo tomo una botella de agua en la barra.
Al fin cuando bajamos de la torre, digo al taxista que tenemos mucha prisa, le doy la dirección y nos ponemos en marcha. Llegamos a la sala con un retraso de veinte minutos y nos encontramos de frente a tres personas que salen de la sala con un considerable enfado.
Los comentarios son nefastos “que falta de seriedad”, “no vuelvo a pisar esta sala”, “voy a escribir a los periódicos contando lo informales que sois”…
Miro a Wayoming con cara compungida y le veo a él y a su novia riendo a mandíbula batiente y contestando a los comentarios de forma chulesca; “si, si, di que te devuelvan el dinero” “ponme una denuncia por llegar tarde” “a pagar entrada, como está mandado, que los artistas también comemos”, “cabrearos con los bancos y las mafias, ¿a qué con esos no os metéis?”.
Doy la señal al técnico para que proyecte la película, por el micro pido disculpas al público de la sala por el retraso y anuncio el coloquio después de la proyección.
Con todo este follón mi jefe viene con un enfado mayúsculo y después de estrechar la mano al director y a su novia, se dirige a mí y me dice echando humo que estoy despedida.
Me brotan lágrimas de impotencia y rabia. No sé qué tendría que haber hecho ante un tipo tan anárquico. Me he jodido yo misma al elegir a una persona que le gusta incumplir reglas, protocolos y horarios…
Wayoming me dice que tengo que estarle agradecida, me he librado de un jefe cabrón y que a las nueve quedamos para cenar en el hotel.
–Querida no te preocupes, mi novio no tiene remedio... Me consuela lsa
Amanezco
Suena el despertador como cada mañana y salgo de la cama somnolienta y dando tumbos, me dirijo al baño y mientras me dispongo a despójame del pijama de franela me miro en el espejo y lanzo un angustioso grito.
Estoy confusa, mi aspecto me recuerda a alguien que conozco pero no atino a saber quién. Me exploro y veo mi cabeza rizada y canosa, las arrugas surcan mi cara y al mirarme el cuerpo descubro muchas cicatrices y una piel marchita por los años.
¿Qué me pasa?- me pregunto- voy al salón y encuentro libros apilados, periódicos en varios idiomas y un sinfín de cosas extrañas que no sé para qué sirven. No reconozco ni el salón ni las demás estancias de la casa. Abro la puerta y salgo a un gran porche con butacas de madera y delante un pequeño jardín. Estoy perdida y desorientada, queriendo despertar de una pesadilla que me vuelva a una realidad conocida.
Vuelvo dentro y encuentro la cocina – me haré un té, a ver si me despejo- me digo y en ese momento descubro un ordenador sobre la encimera y no dudo en lanzarme sobre él como si la máquina tuviera todas las respuestas que busco.
Tecleo un buscador e introduzco las seis letras de un periódico que recordaba haber leído durante mucho tiempo, aparece de la pantalla una fecha increíble 12 de mayo de 2063 y en ese momento salen de la pantalla proyectados un conjunto de círculos que me rodean y me dejan dentro de una gran esfera desde la que sólo dirigiendo mi retina hacia una imagen salen de un pequeño cubo, se expanden y me rodean, dejándome como un extra en la escena de una película, sólo que son noticias reproducidas virtualmente.
Después de asimilar varias noticias contemplando las escenas desde dentro, dirijo la vista hacia un cubo virtual que llama mi atención donde se ve en miniatura lo que parece ser una explosión y en ese momento la escena cobra vida y me veo entre un gran número de personas apabulladas que ven pequeñas explosiones sobre sus cabezas.
Me acerco a un chico que habla solo, después descubro que está grabando con una pequeña cámara que lleva prendida en el hombro a modo de pin; deduzco que es un reportero o un periodista que está comentando el suceso.
Atiendo a lo que dice y quedo estupefacta; la NASA y las industrias armamentísticas junto a laboratorios de genética estaban trabajando en un experimento parecido a “Un mundo feliz”, basado en buscar un comportamiento humano sumiso y dirigido mediante el engaño del cerebro, que vería sólo aquello que los que habían pagado el experimento quisieran que viera y aceptara con agrado todo cuanto le fuera impuesto.
Miembros en la clandestinidad de un movimiento de resistencia habían entrado en los laboratorios saboteando el experimento poniendo una bomba en los depósitos de algo que me recordaba al “soma”, la explosión fue liberando otros gases y sustancias destinadas a otros fines, entre ellas las destinadas a clonar, alterar los átomos e intercambiar la electricidad cerebral entre cuerpos humanos…
Cerré el ordenador y volví a dirigirme al baño para contemplarme nuevamente en el espejo, ahora sabía de quien era mi aspecto, no sabía si reír o llorar pues habían pasado 50 años desde la última fecha que recordaba y ahora no tenía la menor idea de por dónde debía comenzar a tirar del hilo para reconstruir ese periodo no vivido o no recordado.
Después de llorar, patear y maldecir pensé que no todo estaba perdido y que mi nuevo aspecto podría ayudarme a buscar información sobre lo sucedido y encontrar a mi familia aunque dudaba de si los reconocería dada la catástrofe ocurrida pues todos estaríamos irreconocibles.
Lo intentaría aunque no sabía la reacción cuando me presentara ante ellos metida en el cuerpo de Nelson Mandela.
Vuelo
Aquí me veo flotando por los
aires sin despeinarme, sin sentir frío ni calor, ni pena ni alegría. Me
encuentro en un estado gaseoso formado por millones de partículas de ilusiones,
ansias frustradas, sueños perdidos, ambiciones guardadas en cajones olvidados,
rabia contenida, momentos felices, abrazos, besos, placeres, risas, logros, ternura, complicidades y mucho
amor. Siento todos esos momentos lejanos, sin que me produzca ninguna emoción. Casi me da risa verlos desde esta altura.
Las partículas que me forman en
estos momentos raramente han convivido de forma tan pacífica en mi estado
anterior, recuerdo lo mal que se llevaban entre ellas peleándose y discutiendo
a todas horas, compitiendo a ver quien destacaba más, si las que se
decían en el espejo –nena, tu vale mucho- o las que se castigaban en las noches
oscuras y lacrimógenas clamando -¿Qué he hecho yo para merecer esto?-
Miro desde esta cómoda altura y
compruebo que mis huellas han quedado marcadas en el camino recorrido, algunas
sobre polvo de oro, otras sobre el fango pero todas han sido fruto de mis pies,
las reconozco por el pequeño hoyo que
deja mi juanete.
Veo los momentos vividos como si
llevara unas gafas tridimensionales y puedo elegir dónde mirar y detenerme y me
ha llamado la atención que en casi todas las escenas estoy en un apresurado
movimiento, siempre ocupada, cargada o con algo entre las manos, libros,
bolsos, ordenador, telas, bolsas de compra, cajas de mudanza, mi hija, bombonas,
muebles, más cajas..
Pero… ¿Dónde voy siempre corriendo y siempre
cargada? ¿Por qué esa falta de
tranquilidad y de sosiego? Viéndome así comprendo los continuos dolores de espalda,
las contracturas, el lumbago y todos los demás padecimientos.
Ahora que no me duele nada, lanzo
a correr por los barrancos llenos de jaramagos y amapolas sintiendo el vértigo
de la bajada en mi estómago y el olor de la lluvia de verano impregnando el
aire hasta aterrizar en… ¡Pero eso que veo abajo no es yerba, ni tierra mojada,
parece un cuerpo dormido sobre unas sábanas blancas!
¿De quién es ese cuerpo? ¡Menos mal que no es el mío! ¡No puede ser mi cuerpo, para nada se parece le
parece!
Yo soy joven, guapa, con una piel
morena y estirada, unos labios gruesos y unos muslos de mulata y esa piel que
veo es verdosa, arrugada y mate. Esos labios son pequeños y arrugados y ese
cuerpo carece de curvas; definitivamente no es el mío.
¿Qué estoy viendo? Reconozco ese
pie que sale fuera de la sábana, ¡vaya si lo reconozco, ese juanete es el mío!
Me ha costado reconocerme, pero
ese cuerpo que veo es el envoltorio de mis millones de partículas desparramadas,
libres y contentas, que ahora a ver cómo
las convenzo yo una a una para que se compriman para rellenar ese saco de
huesos para que vuelva el conflicto entre ellas.
Quizás ha sido esa la causa del
incesante movimiento que he contemplado en las escenas tridimensionales, que no
tenían el espacio suficiente para ser ellas mismas y tenían prisa por disfrutar
tranquilamente de sus momentos más preciosos mientras las otras empujaban
porque querían disfrutar de los suyos.
¿Qué hago? ¿Vuelvo a meterme en ese
pellejo que no reconozco o me quedo en este estado gaseoso donde mis partículas
conviven en armonía?
Me quedaré un rato más en este
desconocido viaje astral y disfrutaré mirándome en los momentos más felices y
los más amargos, entonces decidiré si me comprimo o me quedo expandida.
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